
- Para los bonobos, los simios que más se nos parecen, merece la pena tener aliados poderosos. La elección nos da pistas sobre cómo empezó la cooperación humana
A los seres humanos nos causan simpatía aquellas personas que se muestran amables y colaboradoras. Nos gustan el viandante que ayuda a alguien impedido a cruzar la calle o el caballero que se levanta del asiento en el metro para cedérselo a una mujer con un niño en brazos. Desde luego, preferimos su compañía a la de los groseros que empujan, cierran las puertas en las narices o tratan con desconsideración a camareros o empleados. Incluso los bebés de apenas tres meses de edad tienen la capacidad de distinguir a los gentiles, según muestran estudios previos. Podríamos pensar entonces que las especies que más se nos parecen actuarán de forma similar, pero una nueva investigación ha revelado que, por mucho que compartamos genes, hay quien prefiere a los cretinos.
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