Es muy común pensar que la única evidencia que existe acerca de la evolución son los fósiles. Esto es falso.
Aun cuando nunca se hubiera encontrado ningún fósil, igual podríamos estar totalmente seguros que la evolución sucede. La semejanza en la anatomía de los animales, la ubicación geográfica de distintas especies, el parecido entre los distintos tipos de proteínas en los seres vivos, la composición del ADN, todos ofrecen evidencias de que la evolución sucede.
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